lunes, 21 de marzo de 2011
sábado, 12 de febrero de 2011
Aprendiendo de Londres y Nueva York
Según sugieren estudios de Urban Age, en Londres habitan más de 7´538.440 personas y 14´545.000 área metropolitana –la aglomeración más grande de Europa solo superada por Moscú-. Ciertamente, Bogotá es muy comparable a Londres si no incluimos área metropolitana, con una población aproximada de 6´924.574 censados a 2005; podemos así afirmar que ante el inconsciente fenómeno insostenible de expansión urbana y los altísimos índices de natalidad provocados por nosotros, prontamente nos etiquetaran de Megalópolis como lo es el caso de Shanghái, Pekín o México D.F.
En medio del debate evidente –capitalismo & sociedad del consumo- que esto pueda suscitar, Londres y Nueva York son en gran medida ciudades sostenibles y más que eso excelentes ejemplos de democracia, urbanismo y vanguardia; y a pesar de que se aproximaron diferente tipológicamente, comparten varios conceptos interesantemente. El éxito de ambas metrópolis no ha sido tanto debido a virtudes científicas y tecnológicas de las últimas décadas sino a su planificación urbanística y la claridad conceptual en 3 puntos fundamentales:
1. Factor repetición La Gran Plaga y el famoso incendio de 1.666 dejaron a Londres devastada, más de 13.000 viviendas fueron arrasadas y aun así la nueva ciudad fue trasladada rápidamente hacia Kensington, Chelsea y Fulham donde los porches blancos, y ladrillos chocolate fueron impuestos en fachada. El periodo victoriano y cúspide del imperio británico se encargo de repetir una arquitectura que si bien no era casa por casa excepcional, si tenía el valor de estar a adosada y repetida conformando una imagen de ciudad uniforme y planificada. (repetición similar a la de las viviendas populares de Bogotá cuando se juntan una y otra indefinidamente a una misma altura, aunque con un valor agregado que es el de su propia idiosincrasia). Producto de la oferta y demanda de trabajo en tiempos de la Revolución Industrial Londres alcanzó a multiplicar más de cinco veces su población, siendo la ciudad más poblada del mundo de la época hasta ser superada por Nueva York en 1925. En símil, el Manhatanismo presentó una nueva tipología el rascacielos y la inmersión de un nuevo concepto urbanístico “la densificación”, debido a su condición de isla resultaba una solución mediática por su altísima optimización del uso del suelo. Si la capital inglesa es una réplica de casas victorianas adosadas, la capital del mundo es una repetición de bloques de cristal que juntos encuentran un lugar, además de una fuerte postura contra el urban sprawl y el futuro irrumpimiento de la ciudad en el campo.
2. Movilidad Ambas Metrópolis son en gran medida sostenibles como Copenhague y Ámsterdam porque la gente camina y usa bicicleta, en la capital danesa más del 36% de la población se desplaza en dos ruedas sin motor. Otro referente es Barcelona, al transporte público recientemente se le adosó un sistema de estaciones de bicicletas por toda la ciudad, los usuarios recorren de estación en estación, bajan por las ramblas, bordean la Barceloneta, cruzan la Villa Olímpica, estacionan, y camino a casa repiten el proceso. Los londinenses a pesar de contar con una de red de transporte excepcional, buses 24 horas, tube, overground y rail system, cerca del 10% de la población se moviliza diariamente en bicicleta. Entienden que el problema de movilidad es uno importante, entonces intervienen políticamente restringiendo el uso del carro en determinadas zonas de interés cultural obligando al ciudadano a unirse al proyecto cívico.
3. Espacio Público Son ciudades que respiran constantemente a través de grandes pulmones verdes como el Central Park o Hyde Park (cerca del 50% de Londres está destinado para espacio público abierto y zonas recreativas), los comercios están regados no solo en las monumentales avenidas como Champs Elyse en París o Via dil Corso en Roma sino que hacen acupuntura en lo más íntimo de los callejones típicos y luego desembocan en plazas para ofrecer importancia al peatón y dinámicas en la ciudad; los artistas hacen performances en las aceras y los músicos sacan notas en las esquinas.
Caso Bogotá
El paradigma de la movilidad no solo en Bogotá sino en muchas de las grandes metrópolis es uno que debe superarse prontamente, y tener como las ciudades a las que me he referido constantemente esa capacidad cultural de asumir la habitabilidad de la ciudad. Adoptar estrategias inteligentes como en Mumbai en donde gran parte del mercado de movilidad lo asume el rickshaw 'carruaje cuya fuerza la constituye un hombre', un sustento económico y además sostenible con el planeta. Una vez más, el modelo londinense lo incorporó a su mercado, auténticamente importado desde las calles indias. Es un trabajo para muchos de los migrantes -mi caso durante un tiempo-. Es un medio de transporte democrático en donde desde la élite y los que regatean piden un lift. Otros medios de transporte generan más inversión y mas debate, si bien en el caso de Dubái Todd Seiz asegura que se ha experimentado un cambio sociocultural con la aparición del metro, “el metro de Dubái tiene sus propias historias, juicios, y errores, y hasta advertencias de que nunca funcionaria. Todo ese tipo de gente tan diferente nunca se pararía en el mismo tren, ricos y pobres no podrían sentarse juntos, una mujer y un hombre tampoco. Rápidamente esto se volvió parte de lo que Dubái es hoy por hoy. El metro se adapto a Dubái, y Dubái a él. Se ha vuelto el espacio público que nunca tuvo. La infraestructura, a veces en concreto y acero, una plataforma para cambios sociales y culturales”. Otros críticos y urbanistas para Bogotá consideran que el metro por la séptima tan apoyado por la gente estrato 6 y 8 es solo una fachada. Así los más ricos y poderosos no quieren montar en Transmilenio, apoyan el metro como proyecto pero piensan que nunca lo van a usar y que es una manera indirecta de esconder a los pobres debajo de tierra.
Viví dos años en Londres, siete meses en Barcelona y más de dos décadas en Bogotá. Irónicamente, siento que la ciudad que menos conozco es en donde más tiempo he vivido. Londres en gran medida quedó como grabado en la palma de mi mano, pedaleando como El Cochise, perdiéndome en el confuso entramado irregular, en su gastronomía popular, y cobrando más libras que las consignadas por los despachos donde luego trabajé.
Viví dos años en Londres, siete meses en Barcelona y más de dos décadas en Bogotá. Irónicamente, siento que la ciudad que menos conozco es en donde más tiempo he vivido. Londres en gran medida quedó como grabado en la palma de mi mano, pedaleando como El Cochise, perdiéndome en el confuso entramado irregular, en su gastronomía popular, y cobrando más libras que las consignadas por los despachos donde luego trabajé.
¿Qué estrategias y/o mecanismos podemos adoptar para una ciudad más sostenible? Los ya enunciados anteriormente - repetición como agrupación uniforme , densificación, aprovechamiento de uso de suelo, acortamiento de distancias, restricción del vehículo, promenades - y en el caso Bogotá la concientización de esfuerzos invaluables como el de los más de 250kms de cicloruta, la recuperación andenes y equipamientos, y la implementación de un Sistema Integrado de Transporte para evitar seguir preguntándonos si el metro o más autopistas nos van a solucionar el problema de movilidad. No es que el metro no tenga espacio dentro del SIS, es más bien como priorizar política y económicamente las necesidades de un país emergente. No hemos entendido que el pico y placa es una medida pero no la solución. Como bien sugiere Peñalosa este más que un asunto de movilidad es de habitabilidad. ¿Qué ciudad queremos? Le apuesto a la ciudad en la medida en que la gente quiera pasar más tiempo fuera de sus casas y de su oficina, más tiempo en lugares como Hyde Park, Central Park o el Simón Bolívar.
Por Julián Castro
sábado, 22 de enero de 2011
De la reja, la sub-urbanización y la ciudad democrática
Enfrentamos el mundo globalizado y su término cada día está más de moda, todos quieren ser globales, ¿Acaso olvidamos lo que realmente somos? Locales? Pareciera no molestarnos, mucho menos importarnos, la dinámica ha sido vulnerada y el contenido obviado. ¿Qué involucra el término globalización? Nos hablan de ciudades globales ¿Cuándo una ciudad es global? Lo paradójico es que mientras el discurso globalizado nos habla de libre movimiento del capital, mercancías y gentes, de la progresiva eliminación de barreras comerciales, consolidación de bloques económicos y de la expansión de mercados, cada vez más se nos imponen límites; límites que son tanto legales que se estipulan bajo leyes, decretos, acuerdos y resoluciones, como límites físicos que se concretan con muros o rejas de exclusión. Si bien es necesario reconocer los avances de la globalización, es más urgente analizar las abismales diferencias que siguen presentándose entre ricos y pobres y los efectos contradictorios que la referida brecha experimenta especialmente en las metrópolis de los países en vía de desarrollo producto de la globalización.
Frontera entre México y Estados Unidos, alrededor de 3.200km de largo (la distancia entre Arica y Puerto Montt)
¿Qué sigue después la revolución industrial? Somos parte de la nueva revolución, la hemos llamado revolución digital, y aun a pesar de su prematura experiencia, ya se empiezan a vislumbrar las fracturas sociales resultado de este proceso. Ejemplo de esto es la dificultad de acceso a nuevas tecnologías por gran parte de la población. Sin información, o acceso a ella se margina a varios, porque el discurso global trae implícita la palabra “competitividad”.
Si eso sucede desde el marco digital-social, paralelamente desde un marco político-económico-social a otros se les preenjuicia por su elección de culto, a otros se les cohíbe su homosexualidad, si creer, ser agnóstico o ateo, y entonces ¿No estamos yendo en contra de eso que nos dicen es globalización? ¿Qué es la globalización? ¿Disolución de barreras? A otros se les controla su entrada a ciertos países, intentan involucrar “equitativamente” un discurso global, y esos mismos países autodenominados de primer mundo se jactan de estigmatizar de inmigrantes a esos que colonizaron hace solo unos siglos atrás, a esos que han usurpado y explotado, pero que en tiempos como el actual empiezan a verlos redundantes.
Si eso sucede desde el marco digital-social, paralelamente desde un marco político-económico-social a otros se les preenjuicia por su elección de culto, a otros se les cohíbe su homosexualidad, si creer, ser agnóstico o ateo, y entonces ¿No estamos yendo en contra de eso que nos dicen es globalización? ¿Qué es la globalización? ¿Disolución de barreras? A otros se les controla su entrada a ciertos países, intentan involucrar “equitativamente” un discurso global, y esos mismos países autodenominados de primer mundo se jactan de estigmatizar de inmigrantes a esos que colonizaron hace solo unos siglos atrás, a esos que han usurpado y explotado, pero que en tiempos como el actual empiezan a verlos redundantes.
De acuerdo con el diario NTRZacatecas, más de 170 personas han sido encontradas en 2010 en la zona que más cruzan los inmigrantes indocumentados de México hacia Arizona. ¿Cómo afrontar desde la arquitectura con implicaciones legales la problemática de la frontera? Son muchos los agentes que determinan la viabilidad de los procesos políticos y urbanísticos, me interesa resaltar ejemplos de infraestructura urbana de borde que al contrario de generar segregación provocan cohesión social y un reconocimiento de lo local para la generación de lazos que permitan en este caso movimiento libre de mercado y circulación, e interrelación de economías. Calvin Tsao en su propuesta para una límite entre México y los Estados Unidos afirma que mientras el desarrollo a lo largo del borde se fortalece, la necesidad de cruzar el borde disminuye. Enrique Norten de TEN Architects plantea autopistas entrelazadas que integren ambas economías, resaltando la situación de España que hace 10 años era un país fronterizo y hoy es parte de una gran comunidad y Owen Moss propone “hacer algo entre ambas culturas, que lleve a una tercera“. A partir de una línea imaginaria entre ambos países se lidera una promenade a lo largo de él.
Propuesta para el borde entre México y Estados Unidos
De la Torre de Babel a la industrialización…
El discurso global es un derivado indirecto de la industrialización del siglo XX, “la invención de la máquina de vapor está en el origen de la revolución industrial que durante los últimos dos siglos ha dado lugar al abandono progresivo del mundo rural, al fuerte crecimiento de las ciudades, a la aparición de capital y el trabajo como factores diferenciados y al nacimiento de nuevas clases sociales como son la burguesía y el proletariado. Las diferencias sociales se expresaron con mucha fuerza en el contraste entre el campo y la ciudad, y dentro de la ciudad industrial, en la segregación entre los barrios burgueses sofisticados y los barrios obreros infradotados y con condiciones mínimas de habitabilidad”. En palabras de Koolhaas hemos producido el espacio basura, la suma total de nuestro éxito actual, y a pesar de haber construido más que todas las generaciones anteriores juntas, en cierto modo no se nos recordará a esa misma escala. Se levantan estructuras provocando la ley de gravitación universal de Newton, fábricas e industrias se adueñan del paisaje urbano en las megas ciudades, se tensan puentes que vuelan por los aires, los trenes ya intervienen la vida marina cruzando océanos, y lo más asombroso, todo esto pasa en tiempo récord.
¿Acaso no es esto sinónimo de progreso, el mismo progreso derivado de la revolución industrial y la nueva revolución digital? Efectivamente si hacemos ciudades en tiempo récord, pero también parece que nos hemos basado únicamente en parámetros de factibilidad, productividad, puntos de equilibrio, y con la urgencia de alcanzar una utilidad no del 200% sino del 500%, a esto sumado intereses de algunos alcaldes y gobernadores cuyas agendas los urgen para justificar su gobierno o subir sus índices de popularidad. Y es quizás allí donde nace mi inconformidad por un lado con esos que hacen las leyes y con los que las aprueban, y escepticismo hacia las constructoras las cuales me dan la sospecha de estar más interesadas en hacer la ciudad que en pensarla realmente.
Por lo tanto cuando directrices netamente políticas o de lucro priman sobre el discurso urbano contemporáneo enfrentamos dos situaciones, la primera es la moda del rascacielos en masa, un edificio ingenuo en términos espaciales y de habitabilidad al ser producto de la estandarización, irrespetuoso en su lenguaje con el lugar y con la memoria del colectivo. Ambos, el rascacielos Fosteriano de primer mundo como a las torres de 30 pisos que se levantan sobre nuestra cordillera andina, ¿En qué momento desvirtuamos la Torre de Babel? ¿Fue la industrialización?¿ Fue un error estadístico que la reividincó, o nuestra cultura del consumo? ¿El fenómeno de comercialización del derecho? ¿O fue simplemente nuestra incapacidad como ciudadanos de entender nuestras propias responsabilidades con y hacia la ciudad?
En este sentido vivimos en un panorama cada día más oscuro; oscuro porque son más rascacielos pretendiendo superar los cerros orientales y ocultar el ascenso o el poniente del sol, como lo es el caso del reciente proyecto de Sierras del Este en la Avenida Circunvalar No 61-05. ¿Cuál es la intención de los rascacielos? Supongo que figurar, por ego compiten a tocar el cielo, pero en realidad pretenden el efecto de intimidación Orwelliano “Big Brother”, verlo y controlarlo todo, Londres sabe bien de esto. Nos construyen rascacielos por doquier, centros de negocios en las grandes capitales, y en las que no también, nos da lo mismo, ya nada nos sorprende.
El discurso global es un derivado indirecto de la industrialización del siglo XX, “la invención de la máquina de vapor está en el origen de la revolución industrial que durante los últimos dos siglos ha dado lugar al abandono progresivo del mundo rural, al fuerte crecimiento de las ciudades, a la aparición de capital y el trabajo como factores diferenciados y al nacimiento de nuevas clases sociales como son la burguesía y el proletariado. Las diferencias sociales se expresaron con mucha fuerza en el contraste entre el campo y la ciudad, y dentro de la ciudad industrial, en la segregación entre los barrios burgueses sofisticados y los barrios obreros infradotados y con condiciones mínimas de habitabilidad”. En palabras de Koolhaas hemos producido el espacio basura, la suma total de nuestro éxito actual, y a pesar de haber construido más que todas las generaciones anteriores juntas, en cierto modo no se nos recordará a esa misma escala. Se levantan estructuras provocando la ley de gravitación universal de Newton, fábricas e industrias se adueñan del paisaje urbano en las megas ciudades, se tensan puentes que vuelan por los aires, los trenes ya intervienen la vida marina cruzando océanos, y lo más asombroso, todo esto pasa en tiempo récord.
¿Acaso no es esto sinónimo de progreso, el mismo progreso derivado de la revolución industrial y la nueva revolución digital? Efectivamente si hacemos ciudades en tiempo récord, pero también parece que nos hemos basado únicamente en parámetros de factibilidad, productividad, puntos de equilibrio, y con la urgencia de alcanzar una utilidad no del 200% sino del 500%, a esto sumado intereses de algunos alcaldes y gobernadores cuyas agendas los urgen para justificar su gobierno o subir sus índices de popularidad. Y es quizás allí donde nace mi inconformidad por un lado con esos que hacen las leyes y con los que las aprueban, y escepticismo hacia las constructoras las cuales me dan la sospecha de estar más interesadas en hacer la ciudad que en pensarla realmente.
Por lo tanto cuando directrices netamente políticas o de lucro priman sobre el discurso urbano contemporáneo enfrentamos dos situaciones, la primera es la moda del rascacielos en masa, un edificio ingenuo en términos espaciales y de habitabilidad al ser producto de la estandarización, irrespetuoso en su lenguaje con el lugar y con la memoria del colectivo. Ambos, el rascacielos Fosteriano de primer mundo como a las torres de 30 pisos que se levantan sobre nuestra cordillera andina, ¿En qué momento desvirtuamos la Torre de Babel? ¿Fue la industrialización?¿ Fue un error estadístico que la reividincó, o nuestra cultura del consumo? ¿El fenómeno de comercialización del derecho? ¿O fue simplemente nuestra incapacidad como ciudadanos de entender nuestras propias responsabilidades con y hacia la ciudad?
En este sentido vivimos en un panorama cada día más oscuro; oscuro porque son más rascacielos pretendiendo superar los cerros orientales y ocultar el ascenso o el poniente del sol, como lo es el caso del reciente proyecto de Sierras del Este en la Avenida Circunvalar No 61-05. ¿Cuál es la intención de los rascacielos? Supongo que figurar, por ego compiten a tocar el cielo, pero en realidad pretenden el efecto de intimidación Orwelliano “Big Brother”, verlo y controlarlo todo, Londres sabe bien de esto. Nos construyen rascacielos por doquier, centros de negocios en las grandes capitales, y en las que no también, nos da lo mismo, ya nada nos sorprende.
La segunda situación es aún más grave, resulta ingenuo no mirar el contexto y considerar las circunstancias que están definiendo nuestro crecimiento. De no poder acceder económica y socialmente a la élite del rascacielo, el hogar es inmediatamente conducido al cinturón periférico de urbanizaciones piratas, desprovistas de servicios básicos, infraestructura, salubridad y obligados a la autoconstrucción instintiva para erigir una estructura sismo resistente en la precariedad de sus condiciones, esto ligado a la problemática social y las altísimas tasas de criminalidad. El resultado es una sub-urbanización de la periferia, “la conurbanización”, un crecimiento horizontal de ciudades dormitorios dependientes de una economía marginal, y enclaves que nos hacen preguntarnos donde termina la ciudad y empieza lo rural. Según informes de la ONU, más del 50% de la población mundial vive hoy en día en ciudades y con la proyección de que ese porcentaje llegará a 70% en 2050. Por lo tanto, es necesario combatir la urbanización en ciudades como Lagos, México DF, Delhi, y Jakarta entre otras, cuya expansión urbana no cesa. Enrique Peñalosa advierte que son precisamente esas ciudades las que determinarán si el mundo puede ser o no sostenible, y no solo en términos ambientales y económicos sino sociales, ya que una ciudad debe promover como mínimo un principio de igualdad. En Bogotá, como en ciudades latinas, africanas y asiáticas el proceso de urbanización no se debe únicamente a la industrialización sino que además se suman variables complejas sociales como la desigualdad y la violencia. En el caso de Bogotá, la migración del campo a la ciudad desde principios de siglo XX al día de hoy se ha multiplicado dramáticamente. Según la Consultoría para los Derechos Humanos, Codhes, solo en el periodo 1999-2005 llegaron a Bogotá más de 260.000 personas como resultado de desplazamientos, aproximadamente el 3,8% del total de la población de Bogotá.[ ] ”.
Vista Ciudad Bolivar, las localidades donde se concentran la mayoría de la población desplazada son: Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa y Usme.
Del rascacielos y la muralla…
Cuando aceptamos dos condiciones (ciudad vertical y ciudad horizontal) en un mismo escenario, pero manteniendo brechas sociales tan abismales, se me ocurre pensar que lo que estamos generando es guetos urbanos, segregación, injusticia y (si el oxímoron es tolerable), la ciudad antidemocrática.
La segregación es social con actos tan dictatoriales como privatización de lo público. Existe el rascacielos convencional en altura, y el otro que es similar a la portada del Delirius New York, masas que se acuestan, y delimitan “el muro”. El muro es un edificio ya de por sí bastante ancestral, es una política altruista, un símbolo de jerarquía y dominio, y al mismo tiempo una contrariedad de las políticas del tan hablado discurso de la globalización. Permitimos que se levanten infinidad de barreras de 5 y 6 metros de altura por cientos de kilómetros de largo, se nos multiplican murallas chinas, en medio oriente se nos replican muros de la vergüenza pero no nos da vergüenza, el muro de Berlín se nos quedo corto, aún así, la nueva ley de inmigración de Arizona no detiene el ímpetu de las gentes que buscan a diario el sueño americano pero tampoco al número de muertos en la frontera, no hay Banksy que retumbe la barrera israelí de Cisjordania. No decimos nada, y al que habla lo matan, no quieren que hablemos, pero mientras tanto todo transcurre en la cotidianidad que se nos vende a diario, todo es el mismo ciclo, pagamos el mismo periódico voyerista, chismoseamos la misma publicidad, comparamos una Big Mac, nos sentamos en una terraza y nos asombramos con el mismo morbo.
Ignorantes, seguimos viviendo la “privatopía”, estamos tras las rejas, aprendimos a enjaularnos como animales, el gobierno también ayuda, sigue privatizando, conquistando tras acuerdos con multinacionales las tierras rurales, el desplazamiento forzoso de las gentes campesinas no cesa, las casas con bahareque, guadua o adobe siguen abandonándose, por lo tanto el oficio aprendido por generaciones, y actos tan honestos como el cultivo y cosecha son olvidados y con esto el arraigo a sus raíces y a la memoria. Y todo para un futuro incierto “la ciudad miseria” de Mike Davis.
NO muy lejos de los campos de concentración
La ciudad es el análogo a una esponja, va absorbiendo todo, crecimiento demográfico, desplazamientos forzosos, políticas, intereses económicos, crecimientos de industria, problemáticas sociales, transmisión de información en red y equívocamente va planteando soluciones prioritarias a corto plazo. No hay planeación, no hay una normativa eficaz, tampoco un bloque económico consolidado de soporte, porque no hay política urbana definida. Producto de esto llegamos a los dos escenarios que acá se han planteado, la ciudad consumista y de élite y la de los cinturones de miseria, producimos vivienda para ricos dentro de fortalezas inquebrantables, circuito cerrado de televisión e inconscientes continuamos lucrando a las compañías de seguridad privada. No vivimos sino sobrevivimos en la ciudad, se nos impone el miedo con tanta cámara, tanto guardia y tanta reja. Según Foucault, para la economía del poder sería más rentable y más eficaz vigilar que castigar. Eso se puede observar fácilmente si tomamos el panoptismo como ejemplo. Es mucho más barato vigilar a las personas para que estas no infrinjan las leyes que castigarlas posteriormente, pues en el castigo habrá que gastar mucho dinero para que la persona que infringió la ley sea resocializada.
¿Es la reja parte el imaginario colectivo o simplemente una necesidad de pocos sobre muchos? Idaly Castillo como muchos otros se pronuncian, un impotente grito de auxilio que pretende al menos un eco “escribo para expresar mi grande molestia al sentirme casi secuestrada entre tanta reja. Cada calle tiene ya su propia reja en el fraccionamiento las acequias y parte de jardines residencial en ciudad Juárez, de tal manera que mis hijos ya no pueden asistir a los columpios o juegos en el parque. He tratado de que hagan su vida lo más normal posible, pero ya no se puede, los jóvenes y niños ya tienen actividades de viejos, solo ver tele, leer y obviamente con la energía que tienen pues las 4 paredes de una casa de infonavit no les queda". Dicho esto, se me ocurre pensar que no estamos muy lejos de auschwitz, o las ciudades medievales, tumbamos el muro de Berlín, al menos eso creemos ¿En realidad lo tumbamos? ¿De que sirvió, si se siguen replicando muros y cercas en cada esquina? Es un hecho, vivimos el conocido fenómeno de la ciudad genérica, el miedo nos superó, y encerramos nuestros derechos e ideales, nuestro culto y hasta al Divino Niño solo por si acaso.
Foto tomada en el Santuario del Señor de la Piedra, Sopó.
¿Cuál es la solución? ¿Seguir privándonos de nuestros derechos, parques y plazas? ¿Seguir fortificando? ¿Cómo evitar la segregación? ¿Cómo generar posibilidades laborales y económicas sostenibles? ¿Cómo concientizarnos dentro de un mismo marco de equidad? Será definitivamente necesario optar por estrategias de inclusión social, generar microeconomías, apoyar lo informal “local” para que supere su barrera y tenga lugar en un mercado formal, será necesario mirar a las Torres del Parque, será necesario ser coherente a un solo discurso. Será necesario aprender las incongruencias del discurso global.
por julian castro
jueves, 20 de enero de 2011
trip notes
by julian castro
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